España ha ganado el mundial. Y yo me siento mundial, como Forges. Toda la familia Garnhan se levantó antes de las 4am para ver el partido. Y lo viveron conmigo como si fuesen más ibéricos que el jamón. Yo había puesto en el salón la bandera del Barça sobre la chimenea desde la mañana anterior al partido. Solo para hacer ambientillo. Compré unas botellas de cava català para celebrarlo. Judith hizo un estupendo pastel de limón. Vivimos el partido con una intensidad tremenda.
Cuando Iniesta hizo el milagro, estalló toda la casa con mis gritos de alegria diciendo: ‘esto es justicia universal’ Y todos nos abrazamos y besamos como si estuviésemos en Les Rambles de Barcelona. Que alegría compartir tan buen momento con tan buena gente.
Decir que al final de mi estancia en Adelaide, ya me sentía uno más de la casa. Tal es la cordialidad, amabilidad de mis anfitriones. Más no se puede pedir. Me he sentido muy a gusto entre los Garhan y les debo toda mi gratitud. Espero compensar cuando vengan a visitarme a Barcelona o allá donde me encuentre.
Esa misma mañana me encuentro con el otro Ian amigo de Philip. Ian Doyle. Y nos vamos en un viaje que nos ha montado Philip, casi sin saberlo nosotros, hacia Port Lincoln. A 8 horas de Adelaide, después de no haber dormido casi la noche anterior.
Y resulta que es un viaje estupendo con Ian y su hijo Henry hacia una zona preciosa de Australia. Pasamos un viaje de lo mas distraído y nos reímos mogollón. Como si nos conociésemos de toda la vida. Al llegar pasamos a ver a unos amigos que viven en una casa delante del mar que quita el hipo. Y resulta que ya tengo con quien estar en Cairns. Lo que te digo: amigos de buenos amigos hacen buenos amigos.
Pasamos una velada estupenda, con los Doyle. La madre de Ian, con 85 años y con una brillante mentalidad que para si quisieran muchos jovencitos. Con un inglés delicioso, el suyo por supuesto, pasamos una cena relajada en la que vuelvo a hacer mi ya famosa por toda Australia tortilla de patatas.
A la mañana siguiente, vuelo hacia Adelaide donde me encuentro con Philip y Brenda que vienen de Sydney y Auckland respectivamente para iniciar nuestro priscilero viaje por el ‘outback’ o también llamado desierto australiano.
Hacemos provisiones en Adelaide y nos dirigimos hacia Parachilna para ver la primera puesta de sol en el desierto. Nos cascamos 500km de nada. Por el camino vemos unos loros grises con el pecho y las alas rojas como la arena del desierto. Se llaman Galah y acuñan una frase típica australiana a nuestro ‘eres tontolculo’ que consiste en ‘ Ya big Galah’. No vemos un puñetero canguro por todo el camino. Llegamos a Parachilna donde cenamos salchicha de camello (no penseis mal, que os conozco…), carne de canguro y de Emú, que es el avestruz australiano.
El dueño del restaurante flipa con tema Barcelona y, como la mayoria de australianos, les encanta la ciudad diciendo que es una de las más bonitas del mundo. Yo saco pecho y les digo que además es donde se practica el mejor fútbol. El buen hombre se deshace en elogios en medio del desierto y yo acepto gustoso los parabienes.
Dormimos como Pepes en unas cabañas muy chulas. Nos despertamos supertemprano y vamos a ver un valle de eucaliptos estupendo donde hago unas fotos.
A partir de aquí, como se dice en inglés: ‘lots of diferents nothing’. Algo así com mogollón de diferentes nadas. Desierto inmenso por delante, detrás, derecha e izquierda. Ver en infinito por todos lados no es fácil de digerir.
Philip está preocupado porque ha llovido mucho y nos vamos a meter en caminos de tierra. Hacemos gran parte del viaje por caminos poco transitados donde hay señales que indican que tienes que tener un 4x4 para poder entrar. Tenemos un buen coche pero no tiene tracción a 4 ruedas. Pasamos por arroyos donde casi se nos lleva la corriente, barro hasta las orejas y patinamos que da gusto. Esto si que es aventura en el desierto! En un par de ocasiones se me ponen de corbata. Pero Philip parece controlarlo todo. Y Brenda parece no inmutarse. Con lo cual, para qué voy a gritar como loco cuando la corriente se nos lleva….
¿Qué esperarías ver en el desierto de Australia? Imagino que canguros.
Pues ni un canguro….
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