viernes, 30 de julio de 2010
OUTBACK. ULURÚ, el centro de la tierra
Recurriendo al tópico y a todo lo leído, cuando contemplas UIurú por primera vez, sientes que todo lo que has visto hasta ahora en tu vida ha sido un espejismo. Una enorme piedra (que no montaña) de roca roja como la sangre, que cambia de color en función de la luz. Plantada en medio del desierto rojo, contrastando con plantas verdes (ha llovido mucho antes de llegar) y negras de los troncos de carbón se ha quemado en los múltiples incendios. Y recortando la piedra sagrada, el cielo más azul que jamás haya visto.
Y esa textura de la piel de la montaña…. Mi primer pensamiento fue: “Esto está vivo”. Y es que nunca he visto una cosa que parece un gran trozo de mineral, teóricamente muerto, pero que tiene mucha más vida que muchos muertos vivientes que he visto en las ciudades. Y la forma… órgánica. No tiene forma de un mineral. Tiene la forma de un organismo vivo.
Brenda se emocionó. No podía parar de llorar al contemplar semejante belleza. Philip se quedó callado y no soltó ninguna carcajada, y eso si que era una novedad. Yo empecé a hacer fotos como un loco. Como si fuera el último momento posible en intentar captar semejante belleza. Pero me equivocaba. Uno solo puede contemplar, meditar sobre lo ordinario. Porque lo extraordinario no está reservado, por lo menos, para mi.
Y lo mejor que puede hacer uno es callar y admirar. Y sentir el magnetismo. Está a flor de piel. Como si fuese una central nuclear y le saliera el uranio por todos sitios. Pero energía de la buena. Como un canal de comunicación entre el centro de la tierra y el resto del universo.
Uno también puede darse un paseo por nuestro interior para intentar ser muy humilde, olvidarse de nuestro gran enemigo, el ego, e intentar conectar con alguna parte de la magia de ese trozo de roca roja como el corazón, que se pone en contacto con la tierra roja como la sangre, el cielo azul y todas las plantas y animales que lo rodean, intentando arroparlo en un entorno mágico, marciano de Marte. Uluru no es de la tierra. Creo que viene de otro planeta. Y que estaba vivo. Y cuando se aposentó en la tierra empezó la vida en este planeta. Claro que es mi versión libre para intentar explicar lo que he visto.
Mi alucinación total llega cuando veo en una parte de Uluru, grabado en la roca la forma gigante de lo que sería un gran cerebro humano.
Explicar que para los aborígenes es un lugar sagrado. No me se todavía la historia de los aborígenes acerca de la roca. Pero deciros que hay un sitio en la base de la roca, donde el agua forma un pequeño lago y encima se puede contemplar como unas olas gigantes de roca roja que se ondulan en una formas suave cayendo hacia el pequeño lago. Este sitio se llama Mutitjulu. Y creo que es el centro del mundo.
Sounds of silence.
Philip nos invita a Brenda y a mi a una cena bajo las estrellas del desierto de Australia. Nos llevan a ver la puesta de sol, con Uluru como gran polo de referencia. La cena es de lujo total y nos sentamos en una mesa con:
1. pareja japonesa
2. pareja británico-australiana
3. pareja holandeses
Evidentemente, el británico me felicita por lo de España. Y yo digo en perfecto inglés y voz alta que los holandeses no saben perder, que han jugado a desequilibrar a España, pero que el talento de los españoles está por encima de esa táctica tan primitiva. (En ese momento yo no sabia que había dos holandeses en la mesa). Ellos muy correctos me felicitan por la victoria y yo les digo que el segundo puesto está genial para Holanda. Pura diplomacia en el mejor estilo ibérico. Evidentemente, me paso la noche hablando con la pareja británico-australiana y sonriendo a los holandeses.
Tenemos música de ‘digeridoo’ que hace un ambiente muy aborigen. Vemos el rojo del horizonte que se fusiona de una manera imposible con el azul añil del cielo. Intento ver el punto de unión entre el rojo intenso y el azul del cielo y me resulta imposible. Y poco a poco, empiezan a aparecer las estrellas. Os imagináis lo que puede ser ver las estrellas en el desierto de Australia.? Pues yo tampoco hasta entonces. Viene un aborigen y nos cuenta que significan las estrellas para su pueblo y como ellos rigen su cultura a través de las estrellas. Aprendo lo que no está escrito y me vuelvo a hacer muuyyyyy pequeñito delante de tanta magnificencia. Si sigo así de humilde me voy a convertir en la no-nada… Y uno está muy mayor ya para empezar a no ser nada.
Y es que Australia, en cada esquina, te hace cada vez un poco más pequeño con tanta magnificencia. Repito que solo aquí uno se puede dar cuenta del poder de la naturaleza, de los elementos y de lo complejo que puede llegar a ser tener un cierto equilibrio con el entorno.
Hemos conocido a unos italianos Pia y Alberto de Palermo que nos han pedido acompañarnos a ver Uluru y Kata Tjuta (Las Olgas). Muy simpáticos y agradables al estilo siciliano. Nos levantamos por la mañana a las 5.30am para ver el amanecer en Kata Tjuta. Hacemos un recorrido de 8km alrededor de las montañas. Parecen una creación de Gaudí. No me emocionan tanto como Uluru, pero tienen mucha magia. Hago una foto de una mariposa en un pequeño embalse de agua que refleja el oro de las montañas cuando el sol del amanecer decide darle los buenos dias. Como para celebrar el milagro de que cada dia amanece, que no es poco.
El paseo por Kata Juta es divertido y educativo. Y casi al final del camino nos aparece… un canguro rojo! Parece que realmente existen los canguros en Australia. Pero por la carretera, ni uno. Pero…
….existen los canguros en Australia!
He comprado una pintura aborigen en el Centro Cultural de Uluru. Me he enamorado de la obra de arte. Ha sido pintada por una de las mujeres de uno de los grupos aborígenes cercano. Me aseguran que el 60% del dinero es para ella y el 40% para ayuda a la comunidad aborigen. Es mi forma de dar las gracias. Es mi otro regalo de cumpleaños. Y ya van no se cuantos. Este año parece que me quiero mucho. Estoy muy ilusionado porque me parece que una parte de la magia de Australia está en ese cuadro. Y eso no tiene precio. La pintura si. Aquí un detalle de la misma. Magnético?
Nos despedimos de Uluru con la sensación de que hemos visto uno de los espectáculos emocional, intenso y verdadero más grande que uno pueda ver. Me falta por conocer muchas maravillas. Pero la magia y el magnetismo de este sitio, dudo que pueda volver a sentirlo. Por lo menos de la misma forma. A partir de aquí, todo lo que venga será estupendo. Que suerte tengo de poder estar en tan mágico y magnífico sitio acompañado de dos de mis mejores amigos.
El centro de la tierra solo está en un sitio para mí. Y parece que no es Barcelona.
viernes, 23 de julio de 2010
OUTBACK. Lake Eyre, el lago más seco del mundo y Coober Pedy, vida bajo tierra
Es curioso ver como el desierto desde el cielo es muy parecido a las pinturas que los aborígenes hacen con puntos. Tienen confiduraciones muy parecidas. Es como si fuesen capaces de ver el desierto como lo haria Google Maps y ser capaz de pintarlo. Cuando interpretas un cuadro que utiliza esta técnica siempre tiene la perspectiva de in picado. Por lo tanto, tienen la capacidad de imaginar su territorio desde el aire sin haber volado nunca. ... o quizá si: en sueños...
Resulta que los peces de Australia que están en los ríos y lagos ponen los huevos dentro del barro que queda después de la sequía. Y ahí sobreviven hasta que el agua vuelve al lago y entonces la vida vuelve. Toda una lección de supervivencia. Se aplica con mucho éxito en el sector de las telecomunicaciones. Y si no que se lo pregunten a mis socios de Aggaros. Concretamente a Miguel Ángel y a mi amigo Claudio Forzano de Sicilia. Utilizamos este símil en nuestras conversaciones de cómo sobrevivir a los vaivenes del sector. Y ahora lo veo en realidad y en todo su esplendor. Las telecomunicaciones me parecen un juego de niños al lado de lo grandioso de este espectáculo tan bello.
Seguimos nuestro viaje hasta Cobber Peddy, tierra de mineros, de extracción de ópalo y de las casas bajo la tierra. Me recuerda la canción de los Midnight Oil que decia:
“Out where the river broke
The bloodwood and the desert oak
Holden wrecks and boiling diesels
Steam in forty five degrees
The time has come
To say fair's fair
To pay the rent
To pay our shareThe time has come
A fact's a fact
It belongs to them
Let's give it back
How can we dance when our earth is turning
How do we sleep while our beds are burning”
O sea, que peor que en Sevilla. Que las casas se excavan bajo la tierra porque es la única forma de sobrevivir en esta tierra tan árida. Dormimos en un hotel que era una antigua mina. Nuestra habitación es un agujero excavado en la tierra. Y el color de la pared es rosa-terracota. Todo un espectáculo.
Nos levantamos antes del alba, para variar, y nos cascamos 800km hacia el corazón de Australia. Y se hizo el milagro: la tierra se puso de un color rojo intenso. Y el paisaje empezó a cambiar. Y nosotros también empezamos a ser otros, a cambiar. Nos transmutamos y reconvertimos en amantes de Australia para siempre.
...Y ni un canguro…
Llegamos al llamado ‘Red Center Australia’. La tierra se puso de un color rojo en variaciones imposible. Se puede sentir, pero no explicar. Además tenemos la suerte de que ha llovido mucho y está todo de un verde intenso. Y el contraste con el rojo le da una vida y una sensación de intensidad que te llega a la retina, pasa a los nervios, te sacude el sistema límbico, los metatarsos y las falanges.
‘El gallina de piel’ que diría Cruyff en su español entre equivocado y surrealista.
OUTBACK. De Adelaide hacia la aventura del desierto
España ha ganado el mundial. Y yo me siento mundial, como Forges. Toda la familia Garnhan se levantó antes de las 4am para ver el partido. Y lo viveron conmigo como si fuesen más ibéricos que el jamón. Yo había puesto en el salón la bandera del Barça sobre la chimenea desde la mañana anterior al partido. Solo para hacer ambientillo. Compré unas botellas de cava català para celebrarlo. Judith hizo un estupendo pastel de limón. Vivimos el partido con una intensidad tremenda.
Cuando Iniesta hizo el milagro, estalló toda la casa con mis gritos de alegria diciendo: ‘esto es justicia universal’ Y todos nos abrazamos y besamos como si estuviésemos en Les Rambles de Barcelona. Que alegría compartir tan buen momento con tan buena gente.
Decir que al final de mi estancia en Adelaide, ya me sentía uno más de la casa. Tal es la cordialidad, amabilidad de mis anfitriones. Más no se puede pedir. Me he sentido muy a gusto entre los Garhan y les debo toda mi gratitud. Espero compensar cuando vengan a visitarme a Barcelona o allá donde me encuentre.
Esa misma mañana me encuentro con el otro Ian amigo de Philip. Ian Doyle. Y nos vamos en un viaje que nos ha montado Philip, casi sin saberlo nosotros, hacia Port Lincoln. A 8 horas de Adelaide, después de no haber dormido casi la noche anterior.
Y resulta que es un viaje estupendo con Ian y su hijo Henry hacia una zona preciosa de Australia. Pasamos un viaje de lo mas distraído y nos reímos mogollón. Como si nos conociésemos de toda la vida. Al llegar pasamos a ver a unos amigos que viven en una casa delante del mar que quita el hipo. Y resulta que ya tengo con quien estar en Cairns. Lo que te digo: amigos de buenos amigos hacen buenos amigos.
Pasamos una velada estupenda, con los Doyle. La madre de Ian, con 85 años y con una brillante mentalidad que para si quisieran muchos jovencitos. Con un inglés delicioso, el suyo por supuesto, pasamos una cena relajada en la que vuelvo a hacer mi ya famosa por toda Australia tortilla de patatas.
A la mañana siguiente, vuelo hacia Adelaide donde me encuentro con Philip y Brenda que vienen de Sydney y Auckland respectivamente para iniciar nuestro priscilero viaje por el ‘outback’ o también llamado desierto australiano.
Hacemos provisiones en Adelaide y nos dirigimos hacia Parachilna para ver la primera puesta de sol en el desierto. Nos cascamos 500km de nada. Por el camino vemos unos loros grises con el pecho y las alas rojas como la arena del desierto. Se llaman Galah y acuñan una frase típica australiana a nuestro ‘eres tontolculo’ que consiste en ‘ Ya big Galah’. No vemos un puñetero canguro por todo el camino. Llegamos a Parachilna donde cenamos salchicha de camello (no penseis mal, que os conozco…), carne de canguro y de Emú, que es el avestruz australiano.
El dueño del restaurante flipa con tema Barcelona y, como la mayoria de australianos, les encanta la ciudad diciendo que es una de las más bonitas del mundo. Yo saco pecho y les digo que además es donde se practica el mejor fútbol. El buen hombre se deshace en elogios en medio del desierto y yo acepto gustoso los parabienes.
Dormimos como Pepes en unas cabañas muy chulas. Nos despertamos supertemprano y vamos a ver un valle de eucaliptos estupendo donde hago unas fotos.
A partir de aquí, como se dice en inglés: ‘lots of diferents nothing’. Algo así com mogollón de diferentes nadas. Desierto inmenso por delante, detrás, derecha e izquierda. Ver en infinito por todos lados no es fácil de digerir.
Philip está preocupado porque ha llovido mucho y nos vamos a meter en caminos de tierra. Hacemos gran parte del viaje por caminos poco transitados donde hay señales que indican que tienes que tener un 4x4 para poder entrar. Tenemos un buen coche pero no tiene tracción a 4 ruedas. Pasamos por arroyos donde casi se nos lleva la corriente, barro hasta las orejas y patinamos que da gusto. Esto si que es aventura en el desierto! En un par de ocasiones se me ponen de corbata. Pero Philip parece controlarlo todo. Y Brenda parece no inmutarse. Con lo cual, para qué voy a gritar como loco cuando la corriente se nos lleva….
¿Qué esperarías ver en el desierto de Australia? Imagino que canguros.
Pues ni un canguro….
viernes, 9 de julio de 2010
Adelaide & the oz family
La ciudad está llena de grandes parques verdes rodeando toda la ciudad. Iglesias por todos lados. Los muros son de un color terracota precioso debido a lo que llaman Sand Stone, o sea, ladrillo de arena del mar. Tienen la tasa más alta de Australia en asesinatos y suicidios. ¿Tendrá algo que ver la enorme cantidad de represión expandida por las iglesias de las diferentes religiones? No abramos la caja de Pandora de las religiones, pero no dejo de pensar si será otra casualidad. Claro que uno puede ver analogías cuando quiere verlas. Tomaremos nota del asunto y lo desarrollaremos en otro momento.
Como avancé, estoy en casa de Ian, el hermano de Murray. La familia la componen papá Ian diplomado en biología, derecho y no se cuantos másters, mamá Judith directora de un instituto donde acogen también refugiados, Sarah la rebelde socialista, izquierdista e idealista hija de papá, Caty la bella, inteligente e introspectiva jovencita, y Louis el quinceañero encantador, vital, todavía inocente que come todo lo que encuentra por delante. Fiona, la hermana de Judith ha venido unos dias de vacaciones y acaba de completar la familia.
Es una experiencia muy interesante ver como la familia interactúa y se comporta. Empezar diciendo que Ian y Judith son unos santos. Padres modélicos, dialogantes y que invierten tiempo en estar y dialogar con sus hijos. Tuvimos una discusión apasionante acerca de las diferencias entre hombres y mujeres. Se me ocurrió decir que somos diferentes y que si aceptamos que somos mucho más animales de lo que creemos, seriamos más felices. Ian se alinea conmigo y saca unos cuantos libros hablando sobre la diferencia en el ADN entre hombres y mujeres y sus consecuentes diferencias funcionales y de comportamiento.
Y estalló la batalla de los sexos...
Sarah encolerizada y en tono de voz bastante violento suelta una retahila de ideas que mezclaban el sexismo con el racismo, nacismo, catolicismo y cualquier -ismo que ultrajara a la mujer y a ella le conviniera. Judith que se alinea con su hija, pero en un tono conciliador y sereno. Me sorprendió que la hija utilizara un lenguaje violento, fuera de tono, riéndose de los sólidos argumentos del padre. Y éste, en todo momento se mantuvo sereno, conciliador y educado a pesar del tono de la hija. Yo aluciné en colores porque se me ocurre hablar así a mi padre y ni que contar lo que hibiese pasado.
Hay que poner en positivo que los argumentos de Sarah eran cultos, de ideas profundas y argumentadas. Y da gusto ver como alguien jóven tiene cosas que decir más allá del Gran Hermano. Pero el tono en los que lo expresaba hacia que perdiese todo su valor. Me encantó ver como una hija puede defender sus ideas, incluso en tono elevado, sin que la comunicación y los valores esenciales de respetos se perdiesen en ningún momento. Parecia una lucha de generaciones pero en igualdad de condiciones. La teórica ventaja del padre por ser padre y hombre no existía. Y pensé: que bueno... Entiendo porqué Australia es un pais que funciona.
Ian y Judith invierten tiempo en ver películas junto a sus hijos. Se buscan para jugar a cartas hasta altas horas de la noche. Ian y Judith cocinan de forma igualitaria. Se juntan para resolver crucigramas entre ellos, y en voz alta buscan la solución. Asisten a clubs de lectura. En vez de ver la TV y quedarse aplatanados delante de ella. La tia Fiona participa con total naturalidad en este contexto. Al dia siguiente de volver de marcha, el padre le pregunta a la hija: '¿bebiste anoche?' Y ella responde: 'si'. No se mienten. No dejan de hacer la pregunta que tienen en la cabeza y no dejan de dar respuestas sinceras.
¿Alguna diferencia respecto a vuestra/nuestra familia? Respecto a la mia, en cuanto a la relación con mis padres, un abismo. También hay que decir que son otra generación, pero un abismo.
Siguiendo con mi conquista de Australia, les cociné paella y tortilla de patatas. Todavía hoy me recuerdan lo que les gustó. Eso es otra diferencia respecto a nosotros. Cuando cocino para mis amigos, el mejor elogio que recibo es 'está buena'. En cambio, si no está bien, la retahíla de sarcasmos y cachondeo 'forever' no para. Nosotros no somos de reconocer, de decir que buen trabajo que has hecho. Somos más de dar detalles de lo que no nos gusta o del error que el otro comete. Ahí si que somos explícitos. En cambio aquí enfatizan lo que haces bien y minimizan lo que haces mal.
Después de este retrato social (hay paisajes humanos que son mucho más interesantes que los típicos paisajes), os cuento que Adelaida es una ciudad pequeña, cómoda. He visitado varios museos interesantes y una exposición de fotografia de la Australia de los años 50, 60 y 70. Además, en el Art Gallery of South Australia poseen una colección de estatuas de Rodin que para si quisieran muchos museos en Europa.
Con Judith y Fiona hemos ido al zoo de Adelaide a ver los osos panda. Hace tiempo que no iba al zoo y me he acordado de porqué: no me gusta ver animales encerrados. Igualmente he visto esta señal de tráfico que me parece genial. Estoy haciendo colección de fotos de señales de tráfico australianas.
Con Murray hemos ido a visitar unas bodegas de vino estupendas donde hemos degustado de los mejores caldos australianos. Hemos ido a jugar a golf con Ian y Murray. Me lo he pasado bomba!
Hemos comido en sitios estupendos bajo un sol de invierno que beatifica a cualquiera. Sin llegar a los extremos de convertirnos, no sea que se derrumbe otro apóstol.
The Great Ocean Road
Dejo el multicultural Melbourne con dos sensaciones muy claras:
1. Melbourne mola mazo.
2. Murray es un gran amigo.
Nos levantamos el viernes por la mañana después de una noche intensa de cena con amigos en el Hotel Kingston, en Richmond. Decir que el barrio tiene su 'nivel' y que los lugareños están muy orgullosos del mismo. Por lugareños me refiero a Quim, la vecina encantadora y superorganizada y David, el vecino y perfecto cicerone donde los haya. Encantadores en las formas y en el fondo. Shadi, un recien incorporado al grupo también se apunta a la movida. Rios de vino tinto y mucha risa. Demasiado vino para el viaje del dia siguiente. Pero los australianos son así: espontáneos y con gran tendencia al vino. ¿Tendrá algo que ver esto con lo bien que nos llevamos con los de la Península Ibérica?
Con pelín de resaca y mucha alegría preparamos el viaje y nos despedimos de Shadi, un buen amigo de Murray. Shadi es un personaje a seguir de cerca. Palestino nacido en Qatar, por desgracia como muchos palestinos, y que por razones de pura supervivencia y libertad personal ha venido a vivir a Melbourne. Muy buen tipo, inteligente y con muchas experiencias y cosas que decir y hacer en la vida. Bravo por Shadi.
Vamos en el coche Murray, el travieso Toby, la bella Bella y yo. Nos dirigimos hacia la Great Ocean Road. Probablemente una la ruta al lado del mar más espectacular del mundo. Nos dirigimos a ver a los 12 menos 2, es decir, 1o Apóstoles. Consisten en un conjunto de formaciones rocosas en la costa. Resulta que el mar gana terreno al contiente australiano a razón de 2cm por año. Y a lo largo de los milenios, parte de la tierra se ha resistido a esta erosión y han quedado enormes columas de tierra dentro del mar. Forman los 12 apóstoles, de los cuales han caido dos. Imagino que no tiene nada que ver con la debacle de la religión católica de los últimos tiempos. Pero la analogía es casi inmediata.
Vemos el paisaje en una tarde donde los elementos como el viento, las nubes y la puesta de sol son el escenario perfecto para una ópera. El mar rompiendo a lo bestia contra la costa. El sol luchando contra las nubes que se muestran impenetrables. Y el rojo y ocre de la tierra que dice aqui estoy contra el azul y blanco espumoso de las olas del mar. De verdad que la emoción de ver la fuerza natural de los elementos se te mete debajo de la piel y es imposible no sentirlo. En Europa no existe esta fuerza tan evidente y descarada de la naturaleza. No es tan claro, tan nítido. Australia es salvaje, es real, es pura. No hay escenarios. El paisaje no está encajonado. No hay escenarios de papel couché. Está expandido a lo alto y ancho de que se puede concbir. Y un poco más allá.
Me imaginé una ópera de Wagner o de Verdi y pensé que era uno de los escenarios más bellos del mundo. Y Murray y yo los privilegiados espectadores de tal escenario. Hay que verlo y sentirlo una vez en la vida. Solo por sentir ese momento, ha valido la pena este viaje. Evidentemente hay otras muchas cosas. Pero la sensación de que lo invertido en el viaje, en sentir ese momento, justificaba absolutamente todo.
Y es en ese momento cuando uno está realmente vivo. Algo parecido a cuando mi amigo Bruce, el tiburón, decidió presentarse entre bonitos corales. O cuando la tierra decidió saludarme en Chile.
Hacemos varias paradas para que los perros descansen y hacemos largos paseos con ellos. Tengo, otra vez, la inmensa suerte del momento. Resulta que en Australia ha llovido lo que no ha llovido en los últimos 10 años. Y está todo lleno de agua y verde. Imaginaros el típico paisaje australiano de eucaliptus, pero como un inmenso manto verde. El contraste es irreal. Es como mezclar agua con aceite. Paisaje imposible.
Comemos en Apollo Bay, que como dice su nombre es muy bello. Comemos en un restaurante lleno de figuras de mujeres gordas, al estilo Pedro Botero. Dormimos en un hostal de carretera y cenamos estupendamente bien.
Al dia siguiente entramos en Sout Australia, camino de Adelaide. Pasamos por paisaje muy bellos. Paramos en un bar en un pueblo perdido por el campo. La experiencia es religiosa. Todos medio pedos y solo se oye 'Hi mate how are you doing?', pero se escucha algo así como 'JaymAtJaYadAng?. Con las mayúsculas como vocales pronunciadas muy altas. Nos miran como bichos raros, pero son muy amables y curiosos. Huelen a perro viejo y están pedos perdidos, pero son extraordinariamente cercanos. Para el olfato, desafortunadamente cercanos. Es como entrar un un bar de un pueblo perdido de Cádiz. A los que también es imposible entender, y encima se cachondean de ti mientras se comen una tapa de lo más rica.
Llegamos finalmente a Adelaide a casa del hermano de Murray. Gente encantadora que se están convirtiendo, como no, en nuevos amigos.